Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100352
Legislatura: 1893
Sesión: 4 de Junio de 1894
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 138, 2624-2625
Tema: Tratados de comercio y relaciones comerciales con Alemania y otras Naciones

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Para decir al Sr. Chavarri que ya supone el Gobierno que el dictamen que S. S. suscriba con los individuos del partido conservador que forman parte de la Comisión, no ha de ser del agrado de sus correligionarios ni del agrado del Gobierno. (El señor Chavarri: Acaso resulte del agrado, porque entiendo que las razones que en él se aduzcan serán tales, que quizá se juzgue innecesaria su discusión.) Pues tanto mejor; el Senado lo suscribirá, sin duda, si de tal fuerza son las razones que en el dictamen se aduzcan, que lleven al ánimo de los Sres. Senadores la convicción de que, en efecto, un tratado que reúne mejores condiciones, bajo el punto de vista proteccionista, que todos los anteriores, ha de causar la ruina del país, cuando los demás no la causaron, porque la misma Vizcaya ha progresado con tratados menos proteccionistas que el de que nos ocupamos. Después de todo, compare S. S. la actual riqueza de Bilbao con la que poseía en 1880, y verá cómo aquella población ha prosperado grandemente con el tratado de 1882. Pues repito que el tratado en proyecto es muy superior a aquél, bajo el punto de vista proteccionista; y si por el tratado de 1882, no sólo no se arruinó nadie, sino que prosperaron regiones como la de Vizcaya, es natural que por éste prosperen más todavía; eso no tiene réplica. Pero, en fin, de tal modo pueden haber cambiado las circunstancias, y pueden ser tales las razones que aduzca la mayoría de la Comisión, que nos convenzan a todos de que realmente el tratado hispano-alemán es desastroso para el país.

Crea el Sr. Chavarri que si S. S. me lo demuestra, yo soy el primero en aconsejar al Senado que no lo apruebe.

Pero ¡cómo ha de ser esto posible! Después de todo, si el tratado fuera más perjudicial para la industria siderúrgica que para ninguna otra, ya sabe el Sr. Chavarri que el Gobierno tiene medios de buscar compensaciones tales, que la citada industria puede mejor todavía que con el arancel, por lo menos en su tarifa 2ª. Medios hay para ello, aun dentro del mismo arancel, porque el Gobierno, ¿qué interés ha de tener en perjudicar a ninguna industria y menos a aquéllas a cuya prosperidad ha coadyuvado este mismo Gobierno, como he contribuido yo? ¿Es que voy a deshacer mi propia obra? No hay que hacerse sobre esto ilusiones; la verdad es la verdad: SS.SS. defienden una región y hacen bien en defenderla; pero bajo ese escudo de defensa de intereses regionales, muy respetables, se cobijan otros para otros fines y para otros propósitos muy distintos.

Por lo demás, bueno es que yo haga aquí una aclaración que se me olvidó al contestar al Sr. Chavarri; pero como eso mismo que S. S. cree se ha debido creer fuera, puesto que he visto en algún periódico consignada la misma idea, conviene que yo aproveche este momento para hacer la oportuna rectificación. Ni una sola vez he dicho aquí, ni en el Congreso, que para el Gobierno era ésta una cuestión libre. No; esta cuestión no puede menos de ser para este Gobierno, como lo sería para cualquiera otro de aquí y de fuera de aquí, una cuestión de Gobierno, y como tal, está en el imprescindible deber de defenderla, si no quiere exponerse al peligro de que crean las Naciones extranjeras que un Gobierno trata con los de esos países para luego mixtificar el convenio que haya establecido con ellos, por medio del Parlamento.

Claro es que al Parlamento asiste el perfecto derecho de aprobar o desaprobar ese convenio, pero el Gobierno tiene, repito, el deber ineludible de defenderlo, y de defenderlo como cuestión de Gobierno. Eso es lo que he dicho aquí, eso es lo que he sostenido en el Congreso y lo que diré en todas partes; los que me han atribuido otra cosa se han equivocado.

Por lo demás, ¿qué he de decir yo a S. S.? El señor Chavarri ha venido a confirmar mi propia idea. Su señoría, de corazón, por espíritu, por convicción, por sus estudios, es librecambista; lo que tiene es, y hace bien, que dice: ?No soy librecambista para todo y para todos.?

Lo de los rails alemanes realmente no prueba nada, y en todo caso probaría una cosa; que al productor alemán le vendría muy mal que los ferrocarriles sobrantes alemanes los den por cualquier cosa en lugar de tirarlos al mar, pero al consumidor le vendría muy bien hasta que se los regalaran, y a los accionistas de ferrocarriles que S. S. representaba el [2624] otro día, les vendría también a maravilla. Ése no es, pues, argumento que pueda servir para nada, porque si hay países que produzcan tanto, en cambio otras Naciones se aprovecharán de esa producción porque el consumo será mucho más grande, y sobre todo, mucho más fácil.

Aquí lo que hay que hacer es no presentar al ejército español enfrente de otro ejército mejor armado, sino ponerle con las armas suficientes para que pueda defenderse bien, y esto es lo que creo que se ha hecho en el tratado hispano-alemán: presentar a la industria española con las suficientes armas para poder defenderse bien de las industrias extranjeras.

Lo que no quiere el Gobierno es que la industria española gane tanto con los altos aranceles, que se eche a dormir y no adelante nada porque no tenga ninguna competencia. Eso es lo que conviene al país y a las mismas industrias que S. S. defiende, y cuando lo discutamos se verá, y yo le aseguro a S. S. que si, en efecto, la industria siderúrgica o alguna otra quedase malparada, no tuviera armas bastantes para defenderse de las industrias similares extranjeras, el Gobierno pondrá remedio a esto por los medios que tiene siempre a su alcance y aun dentro de los mismos aranceles.

Esto creo que debía bastar a S. S. para no llevar su exageración en este asunto a los extremos que S. S. quiere llevarla.



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